1. Sumergir la botella en una cubitera con agua, hielo y un buen puñado de sal
Es sin duda la mejor opción de todas y con este método conseguirás enfriar un vino blanco o rosado en 15 minutos. La sal ayuda a disminuir rápidamente la temperatura del agua. Procura que la botella esté sumergida hasta el cuello para asegurar una temperatura homogénea. Si eres un fan del vino también durante el verano no debe faltar una cubitera entre tus accesorios favoritos. Todo un must-have que se dice ahora.
2. Envolver la botella en un trapo de cocina y meterla al congelador
Si no dispones de hielo este es un método bastante eficiente. Consiste en envolver la botella en un trapo de cocina húmedo y meterla al congelador durante 10 minutos. A ser posible en un cajón sólo para la botella y que no tenga que compartir espacio con otros alimentos.
3. Sacar el vino de la botella
El vidrio es un termoconductor terrible, motivo por el cual lleva tanto tiempo enfriar una botella en el frigorífico (entre 2 y 3 horas). Para acelerar este proceso podemos servir el vino en copas, y cubrirlas con papel film para evitar que coja olores, y ponerlas en la nevera. En dos minutos habremos conseguido una temperatura ideal.
4. Colocar objetos congelados en la copa
Una de las recomendaciones más bizarras que pulula por Internet es utilizar uvas o cubitos de acero inoxidable previamente congelados para enfriar rápidamente el vino introduciéndolos en la copa. Sinceramente parece a priori un método bastante ridículo ya que requiere prácticamente el mismo tiempo, 2 -3 horas para que congelar las uvas o los cubitos, que enfriar una botella de vino en el frigorífico, por no mencionar lo molesto que debe ser disfrutar de una copa de vino llena de cuerpos extraños navegando a la deriva en el líquido.