Se trata de la mejor época del año para disfrutar de esta comarca de ondulantes colinas, en las que las vides multicolores cobran absoluto protagonismo inundando el paisaje otoñal de contrastes con la calidez de los tonos cobrizos de la estación antes de rendirse al invierno y quedarse desnudas para comenzar su letargo.
Resulta curioso ver la tonalidad que adquieren las cepas según las distintas variedades, que se tiñen cada una con un ritmo y un color particular, y que hacen de los viñedos hermosos lienzos que uno nunca se cansa de contemplar donde se mezclan de forma asombrosamente armónica desde verdes apagados a tonos violáceos, amarillos, ocres, rojizos…
Todo un espectáculo tan bonito como efímero que puede contemplarse desde la atalaya del Castillo de San Vicente o desde los numerosos cerros que dominan la comarca durante los meses de octubre y noviembre.