Preparando el viñedo para la vendimia

Estos trabajos comienzan tras la brotación a finales de la primavera o principio de verano con las labores de espergura y desniete.

Con la espergura eliminamos exceso de vegetación diseñando la arquitectura de la cepa. Así limpiamos el tronco de la cepa de todos los brotes o “chupones” (como les llamamos por aquí) de más que tiene, asegurándonos de mantener únicamente los sarmientos que hemos dejado durante la poda, para que crezcan con el vigor suficiente. Normalmente serán dos brotes por cada uno de los seis pulgares, con lo que la cepa tendrá 12 sarmientos y finalmente 24 racimos.

Félix Mato, presidente de Bodegas Sonsierra, nos muestra en este vídeo cómo debe realizarse esta tarea.

Después de la espergura tiene lugar el desniete, una de las labores más importantes en los viñedos de Sonsierra, que aprendimos de nuestros antepasados.

Antes de realizar el desniete se hace un pequeño despunte, eliminando las puntas de las cepas, los pámpanos, para evitar el daño que pudieran producirles las corrientes de aire frecuentes en esta zona.

Seguido de este paso se realiza el desniete que tiene como objetivo airear la cepa y buscar una mejor insolación y una óptima sanidad vegetal de la planta. Para ello se eliminan los brotes secundarios (nietos) que surgen entre las hojas y los sarmientos.

Veamos de nuevo a Félix Mato en el viñedo mostrándonos cómo se realiza el desniete.

También durante el verano se realiza la llamada poda en verde que consiste eliminar los racimos sobrantes con el objetivo de equilibrar la producción con la superficie foliar de la planta.

Después llega el momento mágico del envero. Conocido en francés como ‘véraison’, las variedades se van coloreando con pigmentos rojizos y azulados a medida que los antocianos van invadiendo los granos, mientras que las blancas se tornan rubias o amarillas. Antiguamente los viticultores predecían el inicio de la vendimia probando las uvas durante el envero y valorando su sabor dulce y el progresivo descenso de la acidez. Ahora es bien distinto ya que contamos con la valiosa ayuda de la tecnología y con aparatos como los refractómetros que nos indican cuál es el momento óptimo de maduración de los racimos.

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